Diálogo entre tensiones: los intentos del G20

El encuentro entre las principales economías del mundo se llevó a cabo en un contexto de fuertes tensiones. Las consecuencias de la pandemia, la guerra en Ucrania, la crisis energética, económica y climática, se dejaron entrever entre las temáticas que se discutieron entre los dirigentes del G20.

El lema elegido por la presidencia indonesia del G20 para esta cumbre ha sido “Recuperarnos juntos, recuperarnos más fuertes” siguiendo el hilo del compromiso y los esfuerzos llevados a cabo por la presidencia italiana del G20 durante el 2021. Con el centro puesto en el ser humano, se apuntó, principalmente, a la recuperación económica, la estabilidad y desarrollo equitativo en un mundo golpeado por la pandemia, el cambio climático y ahora también, la guerra en Ucrania.

La transformación digital ha cobrado un papel de gran relevancia en la cumbre en Bali, siendo la tecnología una herramienta fundamental del mundo globalizado. Es así como los dirigentes del G20 han reconocido la necesidad de fomentar la cooperación internacional para lograr un desarrollo inclusivo y de beneficios igualitarios que permita la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. A la par, que se logre hacer frente a las consecuencias negativas que vienen de la mano de la era digitalizada, como la desinformación en el mundo de la posverdad.

Los principales desafíos se basaron en que la cumbre cobró tintes de una polarización al estilo Guerra Fría, entre el bloque occidental que apoya a Ucrania frente a la invasión rusa, aquellos que toman una posición equidistante en el conflicto y China como principal aliada del Kremlin. Este escenario llevo a la ausencia de Vladímir Putin en el encuentro quien fue representado por el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Sin embargo, su presencia duró poco, ya que tras la condena a la invasión realizada por gran parte de los miembros del G20 en la primera sesión, el mismo abandonó Bali. Finalmente, y tras haber flexibilizado posiciones, se aprobó por unanimidad una declaración de condena a la guerra por el sufrimiento humano ocasionado y los desafíos que trae a la economía mundial y a la seguridad alimentaria tras 9 meses de conflicto.

Además de los resultados concretos obtenidos de la cumbre, la misma ha tenido un valor significativo altísimo por haber reunido por vez primera de manera presencial a los líderes del mundo moderno. El presidente estadounidense, Joe Biden, y el de China, Xi Jinping, no habían tenido oportunidad de encontrarse desde el inicio del mandato del primero por diversas causas y las relaciones bilaterales se encontraban en decaída. En la reunión se plantearon las diferentes opiniones de ambos frente a Taiwán, Ucrania, así como las amenazas de pruebas nucleares en Corea del Norte y la violación de los derechos humanos en China. Sin embargo, ambos son conscientes del peso que tiene su relación como líderes de las principales potencias del mundo y se comprometieron a mantener una comunicación abierta y flexible, buscando evitar que estas disimilitudes recaigan en confrontamiento.

A su vez, Estados Unidos no ha sido el único país con el cual Xi Jinping ha buscado fortalecer las buenas relaciones y cooperación. Ha mantenido encuentros con otros líderes en paralelo a la cumbre del G20, entre ellos, con Emmanuel Macron, presidente de Francia, Anthony Albanese, primer ministro de Australia, entre otros.

La reunión de los líderes del Grupo de los 20 ha reforzado el compromiso conjunto por hacer frente a las amenazas que acarrea el mundo en la actualidad, ha otorgado gran relevancia al papel de los países en vías de desarrollo y, podría decirse, que ha dado lugar al encuentro político más importante del 2022. Todo esto en un contexto de fuertes tensiones y polarización. Los esfuerzos de la presidencia indonesia del G20 por lograr un espacio de diálogo han tenido resultados exitosos frente a lo que podría haber sido un balance calamitoso y un posible punto de quiebre del foro.