China: El gobierno habilitó una fábrica de streamers mujeres para el entretenimiento de los más ricos

El avance de las tecnologías y la intervención del gobierno a su favor es un claro ejemplo de la deshumanización a la que se encaminan las sociedad.

El gobierno chino inauguró “Fábricas de influencers” para que el trabajo de las creadoras de contenido esté regulado por el Estado y se puedan controlar las ideas políticas que se transmiten en los videos. La cantidad de mujeres chinas que son presas de las nuevas normas digitales van en aumento y es un fenómeno difícil de regular.

El avance tecnológico modificó muchos aspectos de nuestra vida cotidiana y surgieron nuevas formas de trabajar que se presentaron como una opción laboral eficaz. Una de ellas y la más conocida es el rol del “Influencer”.

¿De qué se tratan las fábricas de influencer?

Se conoce por “Influencer” a una persona que piensa, desarrolla y comparte contenido de un campo en específico (moda, deporte, política, videojuegos, etc) para un público determinado. Como todo lo que vemos en las redes sociales, los creadores de contenidos parecen tener el trabajo soñado. Pero la realidad detrás de horas de edición y dedicación dista mucho de ser un trabajo regulado y con remuneración que permitan cubrir las necesidades básicas.

Esta actividad se expandió de manera descontrolada en China y el gobierno lo vio como un peligro a la seguridad ideológica del país. Se instaló la escuela de influencers para poder intervenir en la actividad, obtener parte de las ganancias y controlar los contenidos que consume la población china. Principalmente, ideologías políticas que no critiquen el régimen actual.

Fue en las mismas redes sociales donde se viralizó un video de muchas mujeres jóvenes reunidas en un galpón, pero con los elementos necesarios para realizar su actividad, trabajando una cantidad de horas desmedidas para que la remuneración apenas les alcance para subsistir.

La fábrica de influencers, además de regular los contenidos, les provee el aro de luz y el espacio para que puedan desarrollar la actividad. Pero uno de los aspectos más alarmantes es que las jóvenes, casi todas mujeres, terminan convirtiéndose en un objeto de consumo para la clase alta de China.

¿Por qué sucede esto? Las contribuciones monetarias que reciben dependen de la zona social en donde se muestre el contenido de las jóvenes. Es decir, si están ubicadas en un barrio clase media-baja son muy pocas las probabilidades de recibir una buena propina. Pero si están ubicadas en barrios de clase alta (como lo hacen hoy en día) se aseguran mejores contribuciones.

Es por esta razón que las influencers acuerdan previamente los lugares en donde se instalarán a trabajar para formar un grupo grande para sentirse más seguras. Muchos usuarios manifestaron el parecido que tiene dicha actividad con “Black Mirror”, una serie de realidad distópica donde la humanidad es sumisa de la tecnología.

Con la explotación y exposición que deben cumplir quienes quieran desempeñarse como creadores de contenido, son las grandes empresas las que se benefician, ya que se llenan los bolsillos a costas de quienes se venden como medio de consumo.

La inauguración de las escuelas de influencers en China son un claro ejemplo del oportunismo del Estado para obtener ganancias y no mostrar preocupación por la salud de aquellas jóvenes que pasan horas en un galpón, o incluso debajo de puentes, para entretener a determinado sector social.