Castillo se derrumbó y se acrecienta la crisis en Perú

  • 4 meses bastaron para que el castillo se derrumbe y el laberinto se termine.

Hace ya varios años que Perú se encuentra sumergida en una profunda crisis política e institucional que comienza a calar fuerte en el disgusto de la sociedad. La alta fragmentación del sistema de partidos políticos, sumado al diseño institucional y la calidad e individualismo de la clase política resultan ser las principales razones de una crisis que se acentúa cada día más.

El último mes ha sido testigo de las consecuencias turbulentas de un sistema que se sustenta, no en el equilibrio, sino más bien en la lucha continua entre el Congreso y el Ejecutivo Nacional. Es así como el pasado 7 de diciembre el ahora expresidente Pedro Castillo, luego de año y medio de gestión, fue destituido de su cargo por la votación del Poder Legislativo. El éxito de los congresistas de lograr la vacancia por incapacidad moral se da luego de otros dos intentos previos de removerlo de su cargo y lo han logrado, en parte, por la declaración que Castillo había realizado ese mismo día. En la misma, establecía un gobierno de excepción y la disolución del Congreso que habría obstruido reiteradas veces su gobierno. La medida fue tomada tanto por la oposición y gran parte de su gobierno como un autogolpe de Estado ya que el mandatario sabía que ese mismo día se llevaría a cabo una sesión para votar su destitución con altísimas probabilidades de ser efectuada.

En su lugar, asumió la vicepresidente Dina Boluarte, primera mujer en ocupar el cargo. Sus primeras palabras llamaron a una tregua política con el Congreso en favor de la unidad nacional y la gobernabilidad. Así también, tomo como primera medida la lucha contra la corrupción en las instituciones estatales, asunto por el cual Pedro Castillo se encontraba acusado hace ya tiempo y que se suma a la denuncia y privación preventiva de la libertad por presunto delito de rebelión. El acontecimiento político que representa la asunción de Boluarte como el primer presidente mujer en la República del Perú ha sido opacado por las causas y hechos que lo rodean, así como por las dificultades que tendrá que enfrentar y que ponen en cuerda floja su legitimidad y duración en el cargo. La realidad desenmascara un hostil camino para la mandataria, quien tendrá que buscar el apoyo de la oposición y lograr una mayoría en el congreso para poder gobernar medianamente en paz, sobre todo, considerando el historial de destituciones que han tenido los congresistas en los últimos 6 años.

Por otro lado, la crisis se ha trasladado a una sociedad que en los últimos años había optado por dar la espalda a una política sumida en los individualismos y la fragmentación. Sin embargo, la destitución de Castillo caló fuerte y desencadenó una ola de protestas violentas en todo el país que ha dejado un saldo promedio de 20 muertos y numerosos heridos. Entre los principales reclamos se oye la voz de quienes desean que Castillo tenga su debido proceso, sea liberado o incluso vuelva a su cargo; así también hay quienes piden que Dina Boluarte renuncie a la presidencia y se adelanten las elecciones generales. Frente al clima de tensión social, el Ejecutivo ha decidido presentar un proyecto para Reformar la Constitución y permitir el adelanto de las elecciones para el 2024, dos años antes de lo previsto, el cual ha sido votado y aprobado por el Legislativo luego de un primer intento fallido, con la esperanza de que calme las aguas. El futuro de Peru pende de un hilo. Dina Boluarte deberá demostrar su capacidad de liderazgo para sobreponerse a un gobierno dividido y a un clima altamente hostil si desea mantenerse en el poder y dar un halo de esperanza a la sociedad.

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