Oriente se consolida mientras occidente se estremece. Reflexiones a un mes de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái
Durante el mes de septiembre, tuvo lugar uno de los eventos más importantes en materia económica y geopolítica de la región euroasiática: la cumbre de líderes de la Organización de Cooperación de Shanghái. ¿Estamos ante un cambio de eje global?
Los días 15 y 16 de septiembre pasado se desarrolló en la ciudad de Samarcanda, Uzbekistán, la Cumbre Anual de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Este es el encuentro multilateral mas importante de la región, del cual participaron los mandatarios de Rusia, China, India, Kazajstán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán. Todos ellos forman parte del foro como Estados miembros. Pero también acudieron líderes de los Estados “Asociados en el Diálogo”, tales como Armenia, Azerbaiyán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía.
Entre los objetivos de la organización se encuentra la intención de resolver tensiones fronterizas regionales, la seguridad y la paz regional, la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado. Así como también defender el principio de integridad territorial, promover la cooperación efectiva en materia política, económica, comercial, científico tecnológica y cultural.
El peso de la OCS reside en ciertos factores que podríamos llamar estratégicos. Es (si no la primera) una de las regiones de mayor crecimiento y dinamización económica de las ultimas décadas. Concentra casi el 50% de la población mundial, cifra liderada por China y la India. Además, la región detenta un cuarto (25%) del PBI global. Por último, y no menos importante, une a cuatro de las ocho potencias nucleares del mundo.
Para las potencias regionales, el afianzamiento de las relaciones intra bloque resulta fundamental. China, por ejemplo, ve en Asia Central una zona clave desde la cual obtener recursos energéticos, así como potenciar el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda. Pero no sólo eso, sino también como la oportunidad de intervenir sobre las tensiones geográficas como la disputa entre Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.
Asia Central también se constituye, para Rusia, como su zona de influencia predestinada. Los lazos económicos y militares están consolidados desde hace tiempo, lo que podría ser visto como una contraparte opuesta a las sanciones occidentales. India tampoco es un jugador menor. Encuentra en Rusia a un aliado militar y energético; aunque con China existen ciertos resquemores por el apoyo indio a Pakistán.
Cambio de eje en un mundo tensionado
Ahora bien, la importancia del encuentro de jefes de Estado concretado en septiembre de 2022 no sólo depende de los determinantes estratégicos mencionados anteriormente. El contexto histórico actual y el desarrollo de los acontecimientos a nivel internacional configuran nuevos planos para pensar los movimientos del bloque de aquí en adelante.
En ese sentido, la palabra crisis parece englobar buena parte del diagnóstico y del análisis. Crisis producto de una guerra en los bordes de Europa. Crisis económica y energética. Crisis y corrientes migratorias. Crisis por conflictos limítrofes. Crisis alimentaria. Crisis y tensiones provocadas por la llamada guerra comercial. Crisis de los valores occidentales y crisis de las democracias. Este escenario complejo podría traducirse en la idea de que lo que está en juego a nivel global no es la lucha entre “buenos” y “malos”, sino la reconfiguración de los centros de poder mundial y la liberación de tensiones en las que podríamos llamar zonas calientes.
Al concluir la cumbre de líderes de la OCS, se procedió a la firma del documento final conocido hoy como Declaración de Samarcanda. La misma pone el foco en la transición del sistema internacional hacia la multipolaridad, en un contexto donde el mismo sistema multipolar puede llegar a ser criticado por su mero carácter declamativo.
Para Melina Torús, secretaria del Departamento de Eurasia del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de la Plata, estamos frente a una nueva distribución del poder global marcada por un cambio de eje hacia Oriente (1). Este giro nos obliga a mirar con atención a los organismos y movimientos de la región en cuestión y sus relaciones con el resto del mundo.
Una muestra de la capacidad de reacción de Eurasia es la posibilidad de configurarse como centro de poder. Mientras Occidente aplica sanciones para coartar la supervivencia de Rusia, ésta responde a través de bloques regionales dando cuenta de que aún dispone de estrategias para saltar ese cerco.
Para decirlo concretamente, la OCS se configura, luego de dos décadas de existencia, como un bloque comercial, político, económico, militar y estratégico de cara a un mundo en permanente cambio y transición. Pero aún más, se enfrenta a la oportunidad de ir camino hacia un corrimiento en el sistema internacional de poder.
Nota:
- Torús, M. Cumbre de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái. Opiniones IRI, septiembre de 2022. IRI, UNLP. Disponible en https://www.iri.edu.ar/index.php/2022/09/21/cumbre-de-jefes-de-estado-de-la-organizacion-de-cooperacion-de-shanghai/