“Siento vergüenza e indignación”, expresó el Papa en su peregrinación penitencial en Canadá.

En representación del Vaticano, el pontífice busca reparar la relación con los nativos canadienses tras los abusos católicos a partir de la colonización

El viernes 29 de julio el Papa Francisco finalizó su Peregrinación Penitencial a las comunidades indígenas canadienses para disculparse en nombre de la Iglesia católica por los abusos cometidos durante los siglos XIX y XX.


Con el objetivo de restaurar el vínculo entre las comunidades nativas de América y el catolicismo, el pontífice emprendió una gira de seis días para visitar los territorios del país norteamericano. Comenzó el domingo 24 de julio en la ciudad de Edmonton para visitar al pueblo First Nation (Primera Nación), continuó con la ciudad de Quebec, territorio de la comunidad Métis, donde lideró una misa en el santuario nacional de Santa Ana de Beaupré y finalizó en Iqualit, suelo de los Inuits.


A pesar de sus condiciones físicas, la peregrinación consistió en caminar junto a los sobrevivientes de los abusos y disculparse por los actos de violencia cometidos hacia las culturas colonizadas por los europeos.


Durante su misión, el pontífice señaló “la vergüenza e indignación” que siente por aquellos miembros de la iglesia cuyas acciones se alejan de los valores religiosos y enfatizó en el largo proceso que, considera, llevará cerrar la herida de los pueblos nativos, idea que también comparte Mary Simón, la primera gobernadora general indígena del país.


Francisco hizo referencia a la presencia de la “colonización ideológica” en la sociedad y el peligro que este concepto representa para la libertad de las culturas y sus respectivos estilos de vida. A su vez, recordó el lema nacional que dejó el informe de la Conadep luego de la dictadura argentina de 1976,  “Nunca Más”, y lo trasladó a su pedido de disculpa.


Sin embargo, algunos de los grupos originarios cuestionaron que sus discursos se emitieron en el lenguaje de los colonizadores y expresaron que no basta una disculpa para reparar los hechos que atravesaron la historia de sus comunidades. Antes de la misa en la ciudad de Quebec, desplegaron un cartel que exigía al Papa rescindir la Doctrina del Descubrimiento, una medida que adoptó el catolicismo para justificar la toma de tierras por parte de las culturas dominantes.


Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, le pidió al Santo Padre que busque entre los documentos archivados en el Vaticano el registro de la cantidad de niños que fueron víctimas de los colegios residenciales y sus sobrevivientes. Los colegios residenciales fueron las instituciones mediante las cuales la iglesia católica llevó a cabo los abusos contra los pueblos indígenas. Fueron implementados por el Estado canadiense, perpetuados por más de cien años, y gestionados por el catolicismo con el objetivo de “occidentalizar y civilizar” a los niños nativos. Fueron alrededor de 139 internados que comenzaron en el año 1883 y se mantuvieron hasta 1996, año en el que se cerró el último colegio residencial. Según investigaciones, fueron más de 150 mil niños separados de sus familias y entre 4000 y 6000 los asesinados.


La visita de Jorge Bergoglio no sólo es de gran importancia por ser la máxima representación viva en la tierra del catolicismo, sino también porque forma parte de los Jesuitas, una orden religiosa que se caracterizó por tener acciones humanas con los grupos marginados de la sociedad. Durante la época del colonialismo, los jesuitas fueron expulsados del territorio latinoamericano por no promulgar las órdenes colonizadoras que sometían a los indígenas a procesos de desculturalización.


“Fueron las realidades indígenas de esta tierra las que visitaron mi alma”, expresó el Papa durante su discurso en Santa Ana y se comprometió a prosperar la relación entre la institución religiosa y las comunidades.

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